lunes, 10 de octubre de 2011

Don de Gente: una lección de humildad



Mientras escuchaba indiscretamente aquella conversación alcance a oír cuando le decía: -¿No has pensado en ser Psicóloga o Política? Tú tienes el Don de Gente…

Inmediatamente, me auto pregunté en qué consiste el “Don de Gente” y trate de hacer una introspección en lo que a mi parecer era necesario para llegarle a los demás y vivir en armonía con el prójimo.

Estamos necesitados de que exhiban interés genuino, todos y cada uno de nosotros quiere que se le escuche, que se preocupen por sus asuntos y sobre todo que de alguna manera se nos de una muestra de amor y afecto.

Sin embargo, la sociedad y el sistema en que vivimos cada vez nos aleja más, somos individualistas, estamos preocupados y sumergidos en nuestro propio mundo e inmunes a las necesidades del que nos queda al lado. Nos encanta recibir, pero, somos austeros a la hora de dar.

No esperemos el aprecio, respeto y la estima de los demás, sino somos capaces de retribuir el amor de Dios en nuestro entorno. Tenemos que comenzar a ser el cambio que queremos ver en el mundo.

A fin de cuentas, creo que en eso consiste el “Don de Gente”; en ser lo suficientemente humildes como para entregarnos a los demás, sin condiciones, desinteresadamente y tratarlos como anhelamos ser tratados.

En ocasiones, el mismo egocentrismo y la ansias de hacernos ver más importantes, nos hace perder la humanidad, la calidez y esa bondad autentica que transmite e irradia lo que somos en nuestro adentro.

El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo que es bueno; y el hombre malo, del mal tesoro saca lo que es malo; porque de la abundancia del corazón habla su boca. Lucas 6:45. Es hora de mostrar el tesoro que aguarda en nuestros corazones y ser ser luz y sal del mundo.

En uno de esos tediosos correos masivos que uno nunca suele abrir recibí una presentación de power point titulada “La terapia del Elogio “ y confirme como el ser humano esta ávido de cariño, estima y consideración.

Nos cuesta tanto decir lo que sentimos, ser corteses, amables y un poco más sutiles a la hora de juzgar. Eso aplica en todos los ámbitos: familiar, compañeros de trabajo o estudio, alumnos, subordinados, colegas, amigos, vecinos y hasta con la propia pareja.

Cada vez somos más fríos, preferimos resaltar los defectos y dar cabida a la crítica en lugar de expresar la admiración, afecto o simplemente elogiar los atributos del otro.

Hemos olvidado que somos seres dependientes los unos de los otro, desde el nacimiento hasta la muerte. Necesitamos del seno de la madre para subsistir en los primeros meses de vida, de la interacción con los demás , de la aprobación de la sociedad, de la compañía de otros iguales a nosotros, del amor , el contacto… Aun no existe el antídoto para auto reproducirnos, es decir que indispensablemente nos necesitamos entre sí.

¿Por qué no hacer esa interacción mas armoniosa y adoptar como filosofía el “Don de Gente”?, vamos a convertirnos en ese amigo, hermano, compañero, hijo, esposo, vecino, padre que queríamos tener a nuestro lado. Con pequeños detalles podemos hacer que el otro se siente complacido, importante, tomado en cuenta…

Aprendamos a ser agradecidos, a llamar por su nombre hasta el portero del edificio o la Señora que hace el café en nuestro lugar de trabajo, brindemos una sonrisa, dediquemos tiempo para resaltar las cualidades de nuestros hijos, para decirle lo bien que luce nuestra compañera de trabajo con ese color de pelo, para pedir perdón o decirle a ese ser que nos ha ofendido: -quiero hacer las paces contigo, olvidando el orgullo.

El Don de Gente es una lección de humildad y sobre todo de darse a los demás, aprendamos a amar al prójimo como a nosotros mismo y descubriremos como “dar y dar más es la única manera de tener y tener más “ Mail!, Dale Carnegie.

Bendiciones infinitas,

Chanel Fdez

No hay comentarios:

Publicar un comentario